Cátedra Teniente General Amat: los tercios de Caballería de Flandes, la confirmación de un Arma

18.02.2025

Por Juan María Silvela Miláns del Bosch (coronel retirado)

Caballería siglo XVII. Ferrer Dalmau
Caballería siglo XVII. Ferrer Dalmau

El pasado día 12 de febrero, se dió, en el aula magna del acuartelamiento "General Shelly", la conferencia del ciclo Cátedra teniente general Amat: los tercios de Caballería de Flandes, la confirmación de un Arma. Fue impartida por el teniente coronel de Caballería Francisco Javier Fernández Villalvilla.

Fernández Medialvilla
Fernández Medialvilla

El conferenciante sería presentado por el teniente coronel Calavia Álvarez, quien destacó que el teniente coronel es licenciado en psicología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia y es jefe actualmente del Sector del Centro de Seguridad en el Consejo de la Unión Europea, donde ha adquirido una gran experiencia en puestos anteriores, como coordinador de seguridad y jefe del gabinete. Además, acaba de terminar un máster en Historia Militar (2021-2024) en el Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado (UNED) y realizó anteriormente el Curso Superior de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (Seguridad e Inteligencia Militar).

Comenzó la conferencia advirtiendo que actualmente, cuando se trata de los Tercios de Flandes, la historiografía clásica o general sólo se refiere al Arma de Infantería y se olvida de la Caballería y que venía dispuesto a presentar hoy el protagonismo de la Caballería al servicio de España en los Países Bajos durante la Guerra de Holanda (1662-1678). España tuvo entonces que enfrentarse a la expansión de las Provincias Unidas y a la creciente presión de Francia. En consecuencia, iba a describir la evolución de la Caballería en la segunda mitad del siglo XVII, el impacto de las nuevas estrategias militares y la importancia de estas unidades en la resistencia española en los Países Bajos.

Siguió con la exposición de un cuadro de los regimientos del Arma con más permanencia, para destacar el inicio de los más antiguos a partir de la segunda mitad del siglo XVII y durante el reinado de Felipe IV. Insistió en que es significativo que todos ellos tienen más de 300 años de existencia.

Hizo, a continuación, una nueva advertencia sobre la historiografía clásica; con frecuencia, puede leerse en ella que la Batalla de Rocroi (19/V/1643) es el inicio de la decadencia de España, olvidándose de varias victorias españolas posteriores. Por ello, afirmó que la de Lens (20/VIII/1648) fue mucho más perniciosa. Desde luego, la actuación de la Caballería al servicio de España en ambas fue deficiente, pero mucho más en la última, que determinó el fin de la Guerra de los Treinta Años (Paz de Westfalia: 20/X/1648), aunque la paz entre España y Francia se conseguiría 11 años más tarde con el Tratado de los Pirineos (7/XI/1659). En las dos batallas, la Caballería constituía algo más de la mitad de ambos ejércitos, pero con problemas graves de coordinación y actuación conjunta y oportuna.

Ante esta situación, el gobernador de Flandes, el archiduque Leopoldo, primo de Felipe IV, proponía en carta al rey español un cambio de la organización de la Caballería, estructurada en compañías; pero el Consejo de Estado rechazaría la propuesta con el argumento de que la Caballería alemana estaba organizada en regimientos y su actuación no había sido mejor.

Batalla de Lens
Batalla de Lens

Felipe IV, asumió el informe del consejo, pero dio permiso al archiduque para que hiciera lo que estimara conveniente.

Como consecuencia, el archiduque se decidió a reorganizar la Caballería de Flandes en tercios, con plana mayor permanente, que el ponente presentó mediante el cuadro y los documentos que se exponen a continuación:

A continuación, el teniente coronel pasó a realizar un análisis cualitativo del Ejército de Flandes con respecto a su organización, táctica, operatividad y derrota. Explicó que las causas de tal fracaso no son fáciles de precisar, porque la victoria o derrota en la guerra es casi siempre multifactorial. De todas formas, se pueden precisar determinados motivos que la produjeron, como los numerosos comentarios positivos sobre el enemigo y las peticiones reiterativas de medios de las Provincias Unidades. El siguiente gráfico, expuesto por el conferenciante, lo certifica:

Tal desproporción, produjo el aumento de traidores, como la del barón de Quincy; al teniente coronel Villalvilla no le pareció históricamente correcto culpar de la derrota a la falta de experiencia de los mandos y tropa, como afirman algunas publicaciones de historia clásica. Los ascensos para llegar a capitán eran: cabo de escuadra, sargento, furriel, alférez y teniente. Para alcanzar el puesto de general: capitán, sargento mayor, teniente coronel, coronel (mariscal de campo). El tiempo mínimo para alcanzar el empleo de sargento y alférez era de 6 años de permanencia efectiva y para ascender a capitán de 10 años de servicios, aunque reconoce que pudo haber abusos; el siguiente cuadro lo aclara:

Con todo y según el ponente, la Caballería fue en aumento a partir de finales del siglo anterior, según se aprecia en el siguiente croquis:

La mayoría de los jinetes pertenecían al instituto de caballos coraza (influencia alemana), que no se puede decir que fueran Caballería pesada, pues solo llevaban como protección un peto a prueba de mosquete y un espaldar a prueba de pistola. Su procedencia, durante la guerra de Holanda, se detalla en el siguiente cuadro, expuesto por el conferenciante:

Con respecto a la uniformidad, equipo y armamento, se obligaba a presentarlos:

..... bien montados con pistolete, funda, mosquetones, espadas con sus tahaleis, bandoleras, bottines, espuelas, volsas de cuero, bayonetes, hachas, zapas y pala, justacorps y bonetes de paño rojo, y sombreros en la misma forma y manera como están vestidos y armados los demás dragones del dicho tercio del maestre de campo Nicolas Dupuys, y assi mismo con la caja de la tambor pintada de la color de las demás compañías y banderola para la chirimía del pífaro.

Ante la alta demanda de caballos en tiempo de guerra, se recurría al empleo de "maquinones" (intermediarios), sobre la propia zona y de forma descentralizada por tercios o compañías; el conferenciante afirmó que las unidades para la adquisición de caballos solo contaban con un apoyo parcial. Con respecto a la manutención, al menos se les proporcionaba "pan de munición" y forraje. Las pagas de los mandos, que con frecuencia lo recibían con excesivo retraso, se detallan en el siguiente cuadro:

Del apoyo a los heridos o jubilados, que según el ponente lo llamaríamos hoy "seguridad social", indicó que existían compañías de inválidos y que sobre prestación de los servicios en las guarniciones se decía que "servirán en lo que puedan"; además, se permitía dejar plazas sin servir. A los huérfanos se les podía asignar "plazas de menor de edad" y se daban transferencias de parte de sueldo a las mujeres. Incluso a los establecimientos religiosos se les obligaba a proporcionar el llamado "pan de abadía"

Como conclusión, el teniente coronel Fernández Villalvilla, certificó que se produjo un surgimiento de la Caballería desde 1650 a pesar de los problemas demográficos y económicos, aunque no fuera suficiente. Desde luego, cree obligado reconocer la alta preparación del personal y las unidades, que desempeñaron un papel clave en la defensa de los territorios españoles y en las campañas contra los ejércitos enemigos. Animó finalmente a los alumnos a investigar para rectificar los fallos de la historiografía clásica, pues con los medios actuales es factible.

Con esta conferencia, el teniente coronel Fernández Villalvilla ha dado a conocer como era la Caballería de Flandes en los ejércitos de los Austrias y su relevancia en la última fase del dominio español; y, todo ello, a través del examen de fuentes documentales originares y de estudios directos propios, realizados con precisión y objetividad.