La Primera Guerra Mundial 1914-1918. Evaluación y consecuencias para España

27.12.2023

Por Diego Gimeno García-Lomas. Coronel Interventor (R). Doctor en Derecho

1.- El Sistema de Alianzas: hacia el Armagedón

En 1900, había en Europa seis potencias, que eran: Alemania, Austria-Hungría, Francia, Gran Bretaña, Italia y Rusia. No habían existido guerras entre ellas desde la guerra franco-prusiana de 1870-1871 y también escasos encuentros internacionales, exceptuando el Congreso de Berlín de 1878, en el que se actualizó el tratado de paz que Rusia había exigido a Turquía (1).

Bismarck estableció un sistema distinto, cuando hizo una alianza con Austria-Hungría en 1879, e Italia se incorporó a esta relación en 1882, constituyéndose de esta manera la Triple Alianza. El equilibrio se mantuvo con la alianza en 1894 entre Francia y Rusia. En 1904, se formalizó la "entente cordial" entre Gran Bretaña y Francia. En 1907, se estableció la entente entre Gran Bretaña y Rusia, para arreglar sus diferencias sobre Persia, Afganistán y el Tíbet (2)

[1] TAYLOR A.J.P.: La Guerra Planeada. Así empezó la Primera Guerra Mundial. Traducción Sara Estrada. Nauta. Barcelona, 1970, p. 5.

[2] Ibidem, p.8.

Una vez expuesto el panorama general europeo, nos preguntamos. ¿Cuál es la posición de España, respecto a estas dos alianzas?

Después de la crisis de 1898, la Regencia española tenía que moverse entre las siguientes directrices: los vínculos de todo tipo, que unían a España con Francia y Gran Bretaña, la relación complicada con la Tercera República Francesa, la defensa de los principios monárquicos en consonancia con los imperios centrales y, por último, la dificultad que ocasionaba la política colonial francesa en Marruecos, propiciada por Bismarck (3).

[3] SALON COSTA, Julio: "La Restauración y la política exterior de España" en Corona y Diplomacia. La Monarquía española en la historia de las relaciones internacionales. Ministerio Asuntos Exteriores. Madrid, 1988, p. 135.

La relación de España con la Triple Alianza nunca fue muy estrecha y, a finales del siglo XIX, quedó bastante debilitada, pues, con ocasión de la guerra con Estados Unidos en 1898, se buscó el apoyo diplomático en Paris y Londres (4).

[4] DE LATORRE DEL RIO, Rosario: Inglaterra y España en 1898. EUDEMA. Madrid, 1988, pp. 18-30.

Después de unos veinte años de mayor relación con Alemania; es decir, desde el comienzo de la Restauración hasta finales del siglo XIX, España volvió a su tradicional política exterior de la primera parte del siglo(5). Mediante el Tratado de 1834, la España liberal se incardinó entre Paris, Londres y, en menor medida, Lisboa, siguiendo un aforismo que se mantendrá mucho tiempo: Cuando Francia y Gran Bretaña marchen juntas, seguirlas, cuando no, abstenerse6).

[5] ARAGÓN REYES, Manuel: El Protectorado español en Marruecos: la historia trascendida, Volumen III, Edición Colección páginas de historia, Manuel Gahete Jurado, p. 168.

[6] JOVER ZAMORA, José María: La era isabelina y el sexenio democrático (1834-1874). Espasa-Calpe. Madrid, 1981, p. CXXXV.

Este cambio de rumbo de España, se plasmó en los "Acuerdos de Cartagena" de 1907, iniciados por la labor diplomática de Fernando León y Castillo, mediante los cuales, las dos Potencias principales de la Entente garantizaban el "statu quo" de la región del Estrecho, así como los archipiélagos importantes; es decir, las islas Baleares y Canarias (7). El interés británico era notorio, pues el embajador alemán Ratibor escribió al canciller Bethmann Hollweg que Gran Bretaña haría todo lo posible para que el archipiélago canario no terminase en poder de otra potencia; decía el embajador alemán al final de su carta: Islas Canarias por la gracia de Inglaterra (8).

[7] MORALES LEZCANO, Víctor: León Castillo, embajador (1887-1918). Un estudio sobre política exterior de España. Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 1975.

[8] RATIBOR, embajador alemán, a Bethmann Hollweg, canciller imperial, Madrid, 29 marzo 1912, England 91, R 6069, PAAA (Politisches Archiv des Auswärtigen Amts, Berlín).

Alfonso XIII retratado por Laszlo (Centro de Arte Reina Sofía)
Alfonso XIII retratado por Laszlo (Centro de Arte Reina Sofía)

Los acuerdos de 1907 representaron para España una seguridad exterior, al quedar comprometida en el sistema de seguridad de las potencias occidentales europeas. Al comenzar 1907, tuvo lugar un cambio en la situación interior de España, que, con la actuación de Maura y Canalejas, cristalizó en un regeneracionismo económico, político y militar (9).

Antes de la Gran Guerra, Alfonso XIII intentó la unidad ibérica aprovechando la crisis portuguesa, que desembocó en el establecimiento de la República Portuguesa en 1910. La pretensión de unir Portugal, que Gran Bretaña nunca iba a tolerar, sobre todo después del Tratado de Windsor que firmó con Portugal, se excedía con mucho de los Acuerdos de Cartagena, meramente defensivos. Tanto (10) el Quai d´Orsay, como el Foreign Office, no prestaron la más mínima atención a las ideas de Alfonso XIII sobre el tema portugués.

[9] DE LA TORRE GÓMEZ, Hipólito: "El destino de la regeneración internacional de España (1898-1918)", en Proserpina, nº 1. UNED. Mérida, diciembre 1984 pp. 9-22.

[10] DE LA TORRE GÓMEZ, Hipólito: Antagonismo y fractura peninsular. España y Portugal, 1910-1919. Espasa- Calpe. Madrid, 1983, pp. 20-40.

La política exterior española se orientaba a metas poco compatibles con los acuerdos de 1904, 1907, 1911 y, de esta forma, en 1914, aunque sin variación en los Acuerdos de Cartagena, ya no existía en la realidad el espíritu de esos acuerdos (11). En 1913, se reafirman las opiniones, que España y Francia son adversarios en Marruecos y, en consecuencia, no pueden ser aliados y lo lógico sería una alianza con Alemania.

[11] DE LA TORRE DEL RIO, Rosario: La política española en el año de la Crisis de 1911 a través de la correspondencia del Marqués de Alhucemas. Homenaje a los profesores Palacio y Jover. Universidad Complutense. Madrid, 1990, vol.1.

Por estos motivos, en diciembre de 1913, España toma conciencia de una postura neutralista y, cuando comienza la guerra, declara la "neutralidad". Además, continúa la discusión de la posición internacional de nuestro país, entre "aliadófilos" y "germanófilos". Un resumen interesante sobre la política exterior de España, antes de la Gran Guerra, se encuentra en el "memorándum" de dimisión con carácter irrevocable, que presentó el 20 de abril de 1917 al Rey Alfonso XIII, el presidente del Consejo de Ministros, Álvaro de Figueroa, conde de Romanones. (Ver Apéndice 1)

2.- La Posición de España: la neutralidad

El 28 de julio de 1914, Austria-Hungría declara la guerra a Serbia y empieza el conflicto europeo. El 4 de agosto, Gran Bretaña y Bélgica declaran la guerra a Alemania, siendo la última de las declaraciones de guerra que se producen entre todos los contendientes (12).

Según la opinión de la mayoría de los investigadores, el comienzo de la conflagración se debió al célebre Plan Schlieffen, que imponía la rapidez en la ofensiva. Es de destacar, que era un plan puramente militar, que no tenía en cuenta el aspecto político. Era todo lo contrario a lo que enseñó Clausewitz, al establecer que: la guerra es la continuación de la política por otros medios o, dicho de otra manera, un plan de guerra no puede ser solo militar (13).

[12] Op. Cit. 1, p.122.

[13] VON CLAUSEWITZ, Carlos: De La Guerra. Ediciones Ejército. Madrid, 1978, p. 43.

Clausewitz, en su obra De La Guerra (libro primero), que trata sobre la naturaleza de la guerra, y más concretamente en el capítulo XXIV, dice:

Así vemos, pues, que la guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas con otros medios.

La Gaceta del 30 de julio de 1914 publicaba un decreto por el que gobierno conservador de Eduardo Dato se creía en:

el deber de ordenar la más estricta neutralidad a los súbditos españoles con arreglo a las leyes vigentes y a los principios del Derecho internacional (14).

[14] Óp. Cit. 5, p.173.

En un telegrama al embajador español en Bélgica, el 4 de agosto de 1914, el ministro de Asuntos Exteriores, Marqués de Lema, señala la intención de España de: … observar la neutralidad más absoluta(15).

[15] Marqués de Lema citado en AGUIRRE DE CÁRCER, Nuño: La Neutralidad de España durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Ministerio de Asuntos Exteriores. Madrid, 1995, p. 1.

Pero ¿Qué es la neutralidad? Para algunos es un signo de cobardía, una falta de valor para distinguir lo correcto de lo incorrecto. Para otros, la neutralidad representa la capacidad de una nación de superar la barbarie de la guerra y utilizar los métodos más civilizados de la diplomacia. Merriam-Webster define como neutral: el que no favorece a uno, ni a otro en una pelea, concurso o guerra (16). Así pues, la neutralidad no es una decisión fácil, es una elección calculada, para no tener implicación militar y evitar el favoritismo a cualquiera de las partes.

Estamos de acuerdo con el autor Hermógenes Cenamor en que: la neutralidad no es imparcialidad. La neutralidad puede crear en la sociedad las mismas divisiones que la guerra, porque es prácticamente imposible eliminar o ignorar las filias y fobias; es decir, las pasiones que se originan en cada lado de la nación (17).

Por lo tanto, la declaración de guerra trae unas consecuencias en un determinado sentido, de vencer o perder en la contienda, con las consecuencias que eso acarrea. Mientras que la neutralidad lleva aparejadas múltiples consecuencias de todo tipo, unas a favor y otras en contra del país neutral, que, como veremos, le sucedió a España en la Primera Guerra Mundial (18).

[16] The Merriam-Webster Dictionary, s.v. "neutral".

[17] CENAMOR, Hermógenes: Los intereses materiales de España en la guerra europea. Librería de la Viuda de Pueyo. Madrid, 1916, p. 163.

[18] LOWRY, Carolyn S.: At what cost? Spanish neutrality in the First World War. University South. Florida, 2009, p.12.

Para los liberales y demócratas españoles, Francia era el centro mundial de la libertad y por reacción aumentó la francofobia de los españoles tradicionalistas, que orientaron sus simpatías hacia Alemania. Suiza siempre ha sido neutral, porque su pueblo no ha querido mezclarse en asuntos extranjeros, pero España fue neutral, porque media España era contraria a la otra media y las dos posturas se anularon mutuamente (19).

[19] MADARIAGA, Salvador de: Carácter y Destino en Europa. Espasa-Calpe. Madrid, 1980, p.261.
Caricatura del conde de Romanones
Caricatura del conde de Romanones

El Conde de Romanones publicó en el periódico "Diario Universal", el 19 de agosto de 1914, un editorial célebre que terminaba diciendo: hay neutralidades que matan (Ver Apéndice 2). Lerroux, declaró a "Le Journal" parisino: Todo nos empuja a colocarnos al lado de Francia. Ángel Ossorio, dado su antimilitarismo, actuó paradójicamente como germanófilo; como representante de estos últimos, estaba Juan Vázquez de Mella (20).

La germanofilia más característica era propia de los tradicionalistas y de casi todas las derechas políticas y católicas. Por el contrario, las izquierdas eran casi todas aliadófilas, pues, en principio, no tenían nada que esperar y sí mucho que temer con el triunfo de los imperios centrales (21).

Pero la neutralidad era también una demostración de la postración española, con una economía poco desarrollada, un sistema político ineficaz, un Ejército poco preparado, como demostraba en Marruecos, y una Armada muy pequeña para defender las extensas costas atlánticas y mediterráneas contra cualquier ataque (22).

La realidad era que, aunque el gobierno de Dato había ordenado la neutralidad, España, por su situación geográfica y por sus relaciones comerciales, estaba muy relacionada con la Entente (23). Fernando León y Castillo manifestó en 1916, con motivo de su incorporación a la embajada española en París:

Antonio Maura y Montaner (fotografía de Kauler)
Antonio Maura y Montaner (fotografía de Kauler)

Somos neutrales en la Gaceta, pero no en el espíritu, porque no podemos aguardar indiferentes e impasibles el resultado de esta contienda, con el cual están ligados nuestros intereses, los más vitales (24).

La neutralidad oficial de España se mantuvo durante los cuatro años que duró la guerra, pero las relaciones comerciales se intensificaron hacia los países de la Entente, entrando en consecuencia en la órbita de los aliados y llegando a ser España uno de los países llamados "neutrales aliados" (25).

[20] DÍAZ-PLAJA, Fernando: Francófilos y germanófilos. Alianza. Madrid, 1981, p.30.


[21] DUQUE DE MAURA Y FERNÁNDEZ ALMAGRO, Melchor: Por qué cayó Alfonso XIII. Ediciones Ambos Mundos, segunda edición. Madrid, 1948, p.270-275.

[22] Óp. Cit. 8, pp. 44-54.

[23] Opus. Cit. 5, p.174.

[24] Borrador de un discurso: Fondo Fernando León y Castillo, legajo 21, Archivo Histórico Provincial de Las Palmas.

[25] PONCE MARRERO, Javier: La Política exterior española de 1907 a 1920: entre el regeneracionismo de intenciones y la neutralidad condicionada. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Historia Contemporánea. 2007, p. 103.

3.- Impacto económico del conflicto en la sociedad española

Numerosos historiadores militares, entre los que se encuentra Brian Bond, consideran que, a partir de principios del siglo XX, se difumina la separación entre militares y civiles. Esto origina la diferenciación entre la historia militar y la historia de la guerra. La historia militar trata de planes de guerra, estrategia y el conflicto armado, pero eso ya no basta. Una parte importante de la población civil de los países beligerantes e incluso neutrales sufrió las consecuencias de la guerra (26).

Al comenzar la contienda, se preveía que tendría una duración corta, pero, al prolongarse más tiempo, tuvo cada vez más importancia la "guerra económica". Dada la situación de España, como acabamos de ver, cada vez más en la influencia de la Entente y por su situación fronteriza con Francia, se convirtió en un importante abastecedor de materias primas, así como de mano de obra en las fábricas francesas, con menos personal por estar en el frente de guerra (27).

Como reacción lógica ante esta actitud, es decir, que España dejase de ser neutral en favor del lado aliado, Berlín ofreció a Madrid ayuda financiera y política para poder convertirse en una potencia después de la guerra. Además, si Alemania lograba derrotar el poder británico en el mar, insinuaba que Portugal ya no tendría la protección británica y podría pertenecer al territorio español (28).

España fue un importante abastecedor de productos para Francia y en menor medida para los otros países aliados. La economía española, antes de la guerra, estaba pasando lentamente de un sistema basado en la agricultura a otro basado en la industria y gracias a estas exportaciones se aceleró este desarrollo industrial (29).

Durante los primeros meses después del estallido de las hostilidades, hubo cierto estado de desorden y confusión en la economía. Es interesante constatar, que ya, en una carta fechada en Madrid el 25 de agosto de 1914, el presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Dato, advertía a Antonio Maura de esta posibilidad al decir.

…realizamos esfuerzos gigantescos para librarnos de la ruina económica. Hasta ahora parece que Dios nos va auxiliando y si no se pierde la serenidad tal vez seamos nosotros de los que menos padezcan…(30).

Sin embargo, a principios de 1915, se produjo una caída radical de las importaciones y, a su vez, un creciente volumen en las exportaciones con un aumento espectacular de los precios. En consecuencia, se recibió un enorme flujo de oro hacia España, que permitió una rápida acumulación de capital. Las reservas de oro del Banco de España se duplicaron entre 1914 y 1916, desde 543 millones a mil treinta y dos millones en julio de 1916 y como resultado el gobierno pudo pagar una parte de su deuda nacional (31).

Gracias a las nuevas salidas comerciales se produjo en la industria y el comercio español un crecimiento espectacular. El textil, artículos de cuero, la minería, el hierro, el transporte y las industrias químicas prosperaron, porque la demanda de las potencias beligerantes creció exponencialmente. Entre 1913 y 1918, la capacidad eléctrica casi se duplicó (32).

Mientras que la guerra ayudó a la expansión de empresas industriales y financieras, favoreciendo a las clases medias vascas y catalanas, también produjo una escasez de alimentos, productos manufacturados y aumento de precios. En general, un empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores rurales y urbanos, especialmente del sur de España. Esta situación se conoce como la "Crisis de Subsistencias" (33).

[26] BOND, Brian: Guerra y Sociedad en Europa (1870-1970). Ministerio de Defensa. Madrid, 1990, p. 179.

[27] DELAUNAY, Jean-Marc: "España trabajó por la victoria", Historia 16, nº 63. Madrid, 1981, pp. 38-44.

[28] Op. Cit. 9, p.74.

[29] "Spain during the First World War", disponible en <https://www.firstworldwar.com/features/spain.html> [consulta: 12 enero 2014]

[30] Op. Cit. 18, p. 471.

[31] CARDEN: German Policy Toward Neutral Spain, p. 100.

[32] BALFOUR: The End of the Spanish Empire, p. 211.

[33] GARCÍA DELGADO, S. ROLDÁN y MUÑOZ: La formación de la sociedad capitalista en España. Madrid, 1973, p.35.

A pesar de la publicación por el gobierno de la Ley de Subsistencias, el 18 de febrero de 1915, para mantener estables los precios de los alimentos básicos y de todo tipo, éstos se dispararon. La Ley de Subsistencias decía:

…para contrarrestar las deficiencias de nuestras cosechas siempre amenazadas por los rigores de nuestro clima, la creciente alza de precios en los mercados extranjeros y el ininterrumpido encarecimiento de los fletes y conseguir que, vendiendo los productos de primera necesidad de manera reglada, se impidan las perturbaciones al consumo…

Para su aplicación, se crearon las juntas provinciales de subsistencias, formadas por el gobernador civil, el alcalde y el delegado de hacienda, en cada capital de provincia (34).

La prensa anunció el 27 de febrero de 1915, que nuestra moneda, la peseta, se apreciaba en las bolsas mundiales con total libertad de cotización, siendo esa revalorización del dos por ciento sobre la paridad de la libra esterlina y franco francés, seis y medio por ciento sobre el franco suizo, cero ochenta por ciento sobre el dólar y quince y un cuatro por ciento sobre el marco alemán. De la misma manera, se apreciaba un aumento del dinero circulante, al aparecer en numerosas localidades en establecimientos de ocio, como cafés con mesa de bacarrá y casinos con ruleta (35).

Pero también, el 4 de noviembre de 1915, la misma prensa se hacía eco de las protestas contra la carestía de los alimentos (36) (Ver Apéndice 3).

A finales de 1915, el gobierno abandonó los esfuerzos para enderezar la economía. Dato opinaba que las reformas militares debían tener prioridad sobre cualquier otra de tipo económico, incluido el presupuesto. El conde de Romanones presentó una propuesta que equivalía a una moción de censura y Dato, al no tener apoyos, dimitió como presidente del Consejo de Ministros (37).

El gobierno de Romanones prometió resolver la crisis de subsistencias, estimulando la economía, mediante un plan de medidas económicas y financieras para luchar contra la escasez, la inflación y el desempleo. Además, fomentar la agricultura, el crédito, el transporte público, evitar la emigración, fortalecer la defensa nacional y mantener una estricta neutralidad (38).

[34] BERNÍS, Ignacio; Consecuencias económicas de la guerra. Madrid, 1923, p.41.

[35] Op. Cit. 18, p. 280.

[36] Op. Cit. 18, p. 281.

[37] CIERVA DE LA, Juan: Notas de mi vida. Madrid, 1955, p. 180.

[38] LACOMBA, Juan Antonio: La crisis española de 1917. Málaga, 1970, p. 31.

Aunque pueda parecer contradictorio, que como veremos no lo era, aumentaba tanto el valor de la peseta, como el coste de la vida. A finales de 1916, el franco francés valía 79 céntimos y la libra esterlina 22 pesetas, pero el coste alimentario seguía subiendo. Los desórdenes y motines contra la carestía de los alimentos básicos, con asaltos a panaderías, fueron frecuentes y a veces de forma sangrienta.

[39] CARR, Raymond: Spain, 1808-1975. Oxford, 1982, pp. 481-482.
Notables del partido conservador en 1913. Primera fila y de izquierda a derecha: Alejandro Pidal, Eduardo Dato, José Sánchez Guerra, Juan de la Cierva y el marqués de Pidal.
Notables del partido conservador en 1913. Primera fila y de izquierda a derecha: Alejandro Pidal, Eduardo Dato, José Sánchez Guerra, Juan de la Cierva y el marqués de Pidal.

La razón de esta aparente contradicción, se encuentra en la estructura económica española. Unos exportadores, actuando de forma especuladora, por la necesidad acuciante que tenían los beligerantes de bienes, generaron amplios medios financieros. Pero, al quedar desabastecido el mercado nacional por dichas exportaciones, subieron fuertemente los precios de los alimentos, sin estar respaldad esa subida por el incremento en los salarios (39). (Ver Apéndice 3)

[39] CARR, Raymond: Spain, 1808-1975. Oxford, 1982, pp. 481-482.
Gobierno de Romanones del 5 de diciembre de 1918 al 15 de abril de 1919
Gobierno de Romanones del 5 de diciembre de 1918 al 15 de abril de 1919

4.- Acciones militares con relación a España

España fue un país neutral durante toda la contienda, y, en consecuencia, no estuvo implicada en ninguna acción militar directa. Sin embargo, es interesante ver las acciones en las que estuvieron implicados efectivos militares y que afectaron de forma indirecta a nuestro país. Consistieron principalmente en el internamiento de una pequeña fuerza alemana en el noroeste de la colonia africana de Guinea española, la intervención en zonas de guerra para ayudar a prisioneros de guerra y el ataque de los submarinos alemanes a buques españoles (40).

1º.- En febrero de 1916, tropas coloniales alemanas, destinadas en Camerún, entraron en la Guinea española, ante el empuje de las fuerzas británicas y francesas en la zona (41). Gran Bretaña y Francia dieron su consentimiento al internamiento de sesenta oficiales alemanes para su posterior traslado a la península española, además de la acogida de los soldados nativos al servicio de los alemanes en la colonia española (42).

[40] Opus. Cit. 36, p. 146, Apud, Foreign Office 371-2762/229.037, Hardinge to Grey, 11 noviembre 1916. [42] Opus. Cit. 9, pp. 389-43.

En octubre, el embajador francés Geoffray expresó su malestar al ministro de asuntos exteriores español, Amalio Gimeno, por la aparición de rifles y municiones en el campo de internamiento de los oficiales alemanes. Y porque no se había realizado el traslado todavía de dichos oficiales a la península, ni la vuelta de los soldados nativos al servicio de los alemanes al Camerún; no había desaparecido el peligro de que  volviesen a tomar parte en la contienda (43).

Se hizo evidente el grado de entendimiento entre los oficiales alemanes y las autoridades españolas, que fueron el gobernador Ángel Barrera y el comandante jefe Manuel Giménez Pidal, pues eran conscientes de la existencia de armamento en poder de los alemanes, que pretendían volver a su antigua colonia del Camerún. En octubre de 1916, dos cruceros franceses, el Surcouf y el Astrea, llegaron a la colonia española para impedir la presencia de alemanes armados, amenazando a su nueva colonia, el Camerún. En vista de lo cual, el ministro Gimeno fletó dos barcos para traer a la península a los oficiales alemanes y terminar este incidente (44).

[40] Opus. Cit. 36, p. 146, Apud, Foreign Office 371-2762/229.037, Hardinge to Grey, 11 noviembre 1916.

[41] Opus. Cit.36, P. 147, Apud. Para actividades del gobernador de Fernando Poo en favor de los alemanes, Foreign Office 371-2762/260.662, Grey to Hardinge, 23 diciembre 1916.

[42] Opus. Cit. 9, pp. 389-43.

[43] ROMERO SALVADÓ, Francisco J.: Spain: and the First World War: Neutrality and Crisis. Queen Mary and Westfield College, 20 June 1994, p. 144.

[44] Opus. Cit. 36, p.145, Apud. A.G.A., Foreign Office Section, Paris, Box 5947.

2º.- El Rey Alfonso XIII se convirtió en "espejo de neutrales", como explicaba Víctor Espinós al decir:

Convirtió nuestro Rey a España en un albergue del dolor universal, un remanso de esperanza y de consolación, donde tiene su alivio la pena oculta…(45).

Alfonso XIII, como iniciativa personal al margen del gobierno, organizó una infraestructura llamada "Oficina Pro Cautivos", cuyos gastos se cubrían con las rentas del patrimonio real (46).

La acción humanitaria de la "Oficina Pro Cautivos" consiguió ayuda para 120.000 prisioneros franceses y belgas, 7.950 ingleses, 6.350 italianos, 400 portugueses, 350 americanos, etc. Los agregados militares españoles realizaron unas 4.000 visitas a campos de concentración, para ver el trato a los prisioneros de guerra. Se gestionó, desde la "Oficina", medio centenar de indultos de pena capital, casi todos con buen resultado; se atendieron unas cinco mil demandas de repatriación de heridos graves; y se realizaron cerca de veinte mil informes familiares en territorios ocupados. También, Alfonso XIII consiguió un acuerdo para que no se torpedeasen los buques-hospital (47).

[45] Opus. Cit. 18, p. 275.

[46] CORTÉS-CABANILLAS, Julián: Alfonso XIII. Vida, confesiones y muerte. Juventud. Barcelona, 1966, p. 79.

[47] "La primera misión de paz española", Luis Reyes, disponible en <https://www.tiempodehoy.com/cultura/historia/la-primera-mision-de-paz-espanola > [consulta: 13 enero 2014].

3º.- El hundimiento de barcos mercantes españoles por submarinos alemanes constituyó al principio de la guerra un asunto diplomático menor, pero, a medida que se prolongaba el conflicto, estuvo a punto de involucrar a España en la guerra (48). Numerosos buques españoles de todo tipo fueron hundidos, siendo una gran pérdida para la economía española. Se calcula que fueron unos 65 barcos mercantes de tamaño medio; sin embargo, los alemanes pensaban que contribuían al esfuerzo de guerra aliado (49).

[48] Opus. Cit. 15, p.39.

[49] SIERRA DE LA, Luis: El mar en la Gran Guerra. Juventud. Barcelona, 1984, p. 99.

Hundimiento del Lusitania el 7 de mayo de 1915
Hundimiento del Lusitania el 7 de mayo de 1915

A partir de febrero 1915 y durante un periodo de siete meses, los submarinos alemanes hundieron 787.120 toneladas de barcos mercantes. Al final de este periodo, suspendieron la campaña submarina por el daño que se estaba produciendo en los países neutrales, sobre todo en EEUU. En 1916, se reanudó una campaña submarina restringida y, en consecuencia, la continuación de hundimientos de mercantes españoles produjo una grave crisis (50).

Durante la primera semana de abril de 1916, las tensiones se agudizaron cuando hundieron al vapor "Essex", falleciendo el compositor Enrique Granados y a su esposa. En las siguientes semanas, también hundieron a los barcos "Vigo" y "Santanderino". Por las protestas de Alfonso XIII, los alemanes presentaron una disculpa el 14 de mayo de 1916 (51).

El 31 de enero de 1917, Alemania anunció la renovación de su campaña submarina sin restricciones en las aguas próximas a Gran Bretaña y Francia, que afectaban a España. El ministro español Gimeno, expresó su disconformidad al embajador alemán Max von Ratibor, aunque sin amenazar con romper las relaciones diplomáticas (52).

Los alemanes se mostraron indiferentes ante los ruegos españoles y, hasta abril de 1917, treinta y tres barcos españoles con 80.000 toneladas fueron hundidos. El momento culminante tuvo lugar el 9 de abril de 1917, cuando fue torpedeado el barco "San Fulgencio", que iba a España (53). El conde de Romanones vio la oportunidad de romper relaciones con Alemania, pero Alfonso XIII no estuvo de acuerdo. Romanones, al no estar respaldado, presentó la dimisión. (También en el Apéndice 1)

[50] SONDHAUS, Lawrence: Navies of Europe, 1815-2002. Longman. London, 2002, p. 162.

[51] "Demands That Spain Act", New York Times, 15 April, 1916.

[52] Ministro asuntos exteriores Amalio Gimeno al embajador alemán Max von Ratibor, 6 Febrero 1917, en Algunos datos sobre la guerra submarina, pp. 10-11.

[53] Conde Romanones a Fernando León y Castillo, 14 abril 1917, citado en Salvadó: Spain, 1914-1918, pp. 79-80.

5.- Crisis militar en España

Por último, nos referiremos a la crisis militar de carácter interno. Se produjo por la reducción de la capacidad adquisitiva de los militares, con retribuciones estancadas ante las fuertes subidas de precios(54). El Ejército se había convertido, desde la Ley de Jurisdicciones de 1906, en un grupo de presión(55). En el primer trimestre de 1916, los oficiales se organizaron en una especie de sindicato, no previsto en la legislación, llamado "juntas de defensa", porque entendían que lo mejor para defender sus intereses era crear un movimiento reivindicativo pacífico (56).

A finales de mayo de 1917, el gobierno de García-Prieto(57) ordenó el arresto de los dirigentes de la junta de Infantería, presidida por el coronel del Regimiento de Vergara de guarnición en Barcelona, Benito Márquez  (58). Pero, inmediatamente, se formó una junta suplente, que recibió el apoyo de las juntas de Artillería e Ingenieros y también de la Guardia Civil. El 1 de junio, las "juntas de defensa" pidieron la libertad para los arrestados y, ante estas circunstancias, García Prieto prefirió dimitir. Le sustituyó como presidente del consejo de ministros, Eduardo Dato, que aceptó las peticiones de las "juntas de defensa", permaneciendo su reglamento hasta 1922 (59).

La petición militar del 1 de junio marcó el momento decisivo de la monarquía constitucional, pues salieron a la superficie las fuerzas de la reacción y de la revolución (60). Para controlar la agitación social que existía y que se manifestó en la huelga general de 1917, el Ejército se puso del lado de la corona, favoreciendo decisiones autoritarias. En septiembre de 1923, Primo de Rivera no derrocó al último gobierno constitucional, sino que rellenó un vacío que existía desde 1917(61) (Ver Apéndice 4).

[54] Opus. Cit. 34, p. 500.

[55] Opus. Cit. 5, p.178.

[56] DÍAZ PLAJA, Fernando: España, los años decisivos: 1917. Plaza & Janes. Barcelona, 1969, p. 19.

[57] Opus. Cit. 5, p. 181.

[58] Opus. Cit. 18, p. 298.

[59] RAMOS OLIVEIRA, A.: Politics, Economics and Men of Modern Spain 1808-1946. Arno Press. New York, 1972, p. 169.

[60] Opus. Cit. 52, p.183.

[61] Opus. Cit. 36, p. 201.

6.- Conclusiones: aplicación a situaciones futuras

La labor del historiador es comprender y describir los acontecimientos pasados, para evitar que se vuelvan a producir los errores acaecidos. La opinión, generalizada al principio de la guerra, consistía en creer que la neutralidad, con sus ventajas económicas al abastecer a los dos grupos beligerantes, mejoraría la condición de España y la convertiría en una gran potencia.

Esta idea fue equivocada y, al terminar la conflagración, España era una sombra de su pasado reciente. Esta conclusión, puede ser la "lección aprendida", para que, en un futuro, se impida la ruina de los ciudadanos, cuando en un país afluyen desde el exterior cantidades importantes de medios financieros.

Respecto al ámbito internacional, Francia recordó la "germanofilia" de importantes instituciones españolas y España ni siquiera fue invitada a participar en la conferencia de paz de Versalles. Tampoco se tuvo en cuenta al rey Alfonso XIII por sus esfuerzos en favor de los heridos y prisioneros en cautividad. El resultado de este aislacionismo dio lugar, en gran parte, al desastre de Annual en 1921, parecido a la crisis de 1898.

En cuanto la situación interna, fue la Primera Guerra Mundial, con los cambios que originó, quien aceleró la desintegración del sistema político español. En 1917, nombrado Dato presidente de gobierno, dada la grave crisis militar, parlamentaria y de agitación social, suspendió las garantías constitucionales y aceptó el reglamento de las "juntas de defensa", para desactivar la protesta militar. Ante esta situación, recurrió al Ejército para sofocar la huelga general revolucionaria de agosto de 1917, convocada por los sindicatos mayoritarios UGT y CNT.

En 1918, en la mayoría de las ciudades, se generalizaron los disturbios por la falta de alimentos y se sucedieron las protestas de los trabajadores contra el creciente coste de la vida. La situación era igual o peor para los campesinos, que tenían salarios muy bajos y dietas poco saludables.

Las clases dominantes temían una victoria revolucionaria como en Rusia. La burguesía no quería perder sus privilegios y se volvió hacia el Ejército para buscar su protección. Éste fue movilizado en 1919, tras la declaración del Estado de Guerra, para desalojar a los campesinos de los latifundios ocupados, sobre todo en Andalucía y Extremadura.

Entre 1917 y 1923, hubo 30 crisis de gobierno parciales y 13 totales. El poder auténtico en un territorio estaba en manos del correspondiente capitán general. Los militantes de los sindicatos fueron perseguidos, Eduardo Dato fue asesinado y, en definitiva, España parecía un país en guerra civil. En muchos ámbitos se esperaba una solución autoritaria, que llegó en 1923 con Primo de Rivera.

Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (fotografía de Kaular -el Mundo-)
Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (fotografía de Kaular -el Mundo-)

BIBLIOGRAFÍA

ARAGÓN REYES, Manuel: El Protectorado español en Marruecos: la historia trascendida. Volumen III. Edición Colección Páginas de Historia, Manuel Gahete Jurado.

BALFOUR: The End of the Spanish Empire.

BERNÍS, Ignacio: Consecuencias económicas de la guerra, Madrid, 1923.

BOND, Brian: Guerra y Sociedad en Europa (1870-1970). Ministerio de Defensa. Madrid, 1990.

CARDEN: German Policy Toward Neutral Spain.

CARR, Raymond: Spain, 1808-1975, Oxford, 1982.

CENAMOR, Hermógenes: Los intereses materiales de España en la guerra europea. Librería de la Viuda de Pueyo. Madrid, 1916.

CIERVA DE LA, Juan: Notas de mi vida. Madrid, 1955.

DE LA TORRE DEL RIO Rosario, La política española en el año de la Crisis de 1911 a través de la correspondencia del Marqués de Alhucemas. Homenaje a los profesores Palacio y Jover, Universidad Complutense Madrid, 1990, vol.1.

DE LA TORRE DEL RIO Rosario, Inglaterra y España en 1898, Madrid, EUDEMA, 1988.

DE LA TORE GÓMEZ, Hipólito: Antagonismo y fractura peninsular. España y Portugal, 1910-1919. Espasa-Calpe. Madrtid, 1983.

DE LA TORRE GÓMEZ, Hipólito: "El destino de la regeneración internacional de España (1898-1918), en Proserpina, nº 1. UNED. Mérida, diciembre,1984.

DELAUNAY, Jean-Marc: "España trabajó por la victoria", Historia 16, nº 63. Madrid, 1981.

DÍAZ-PLAJA, Fernando, Francófilos y germanófilos. Alianza. Madrid, 1981.

DÍAZ PLAJA, Fernando, España, los años decisivos: 1917. Plaza & Janes. Baecelona, 1969.

DUQUE DE MAURA y FERNÁNDEZ ALMAGRO, Melchor: Por qué cayó Alfonso XIII. Ediciones Ambos Mundos, Segunda Edición. Madrid, 1948.

GARCÍA DELGADO, S. ROLDÁN y MUÑOZ: La formación de la sociedad capitalista en España. Madrid, 1973.

JOVER ZAMORA, José María: La era isabelina y el sexenio democrático (1834-1874). Espasa-Calpe. Madrid, 1981.

LACOMBA, Juan Antonio: La crisis española de 1917. Málaga, 1970.

LOWRY, Carolyn S.: At what cost? Spanish neutrality in the First World War, University South Florida, 2009.

MADARIAGA de, Salvador: Carácter y Destino en Europa. Espasa-Calpe. Madrid, 1980.

MORALES LEZCANO, Víctor: León Castillo, embajador (1887-1918). Un estudio sobre política exterior de España. Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 1975.

PONCE MARRERO, Javier: La Política exterior española de 1907 a 1920: entre el regeneracionismo de intenciones y la neutralidad condicionada. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Historia Contemporánea. 2007.

RAMOS OLIVEIRA, A.: politics, Economics and Men of Modern Spain 1808-1946, , Arno Press. New York, 1972.

RATIBOR, embajador alemán, a Bethmann Hollweg, canciller imperial. Madrid, 29 marzo 1912. England 91, R 6069, PAAA (Politisches Archiv des Auswärtigen Amts, Berlín).

ROMERO SALVADÓ, Francisco J.: Spain: and the First World War: Neutrality and Crisis. Queen Mary and Westfield College, 20 June 1994.

SALON COSTA, Julio.: "La Restauración y la política exterior de España" en Corona y Diplomacia. La Monarquía española en la historia de las relaciones internacionales. Ministerio Asuntos Exteriores. Madrid, 1988.

SIERRA DE LA, Luis: El mar en la Gran Guerra. Juventud. Barcelona, 1984.

SONDHAUS, Lawrence: Navies of Europe, 1815-2002. Longman. London, 2002.

TAYLOR, A.J.P.: La Guerra Planeada. Así empezó la Primera Guerra Mundial. Traducción Sara Estrada. Nauta. Barcelona, 1970.

VON CLAUSEWITZ, Carlos: De La Guerra. Ediciones Ejército. Madrid, 1978.

Enlaces Web

"Spain during the First World War", disponible en <https://www.firstworldwar.com/features/spain.html> [consulta: 12 enero 2014]

"La primera misión de paz española", Luis Reyes, disponible en <https://www.tiempodehoy.com/cultura/historia/la-primera-mision-de-paz-espanola> [consulta: 13 enero 2014]

APÉNDICE 1

Escrito de dimisión del presidente del consejo de ministros, Álvaro de Figueroa, conde de Romanones, entregado al rey Alfonso XIII, el 20 de abril de 1917:

El profundo convencimiento adquirido de que la defensa de las vidas e intereses españoles no puede hacerse eficaz mientras nuestra política ante la guerra se desenvuelva dentro de las mismas limitaciones que hasta ahora, obligan Señor, a mi conciencia de patriota y de gobernante conocedor de sus obligaciones ante el presente y el porvenir de la Patria, a hacer a V.M. y a la Nación las manifestaciones que este documento contiene y a adoptar irrevocablemente la resolución que tales convencimientos imponen…

Siempre he estado convencido de que la política internacional que permitía engrandecer a España es la emprendida en 1902. Aquella política se inició con un Gobierno del cual tenía el honor de formar parte y fue reiterada y acentuada en los Tratados de 1904, 1905 y en las declaraciones de Cartagena de 1907 y 1913…

Siendo ésta mi convicción en punto que afecta a las futuras directrices de la Patria, honradamente no puedo gobernar sino ajustando a ella mis actos. Vuestra Majestad, dispensándome una honra para la cual nunca será bastante la gratitud mía, depositó en mí su absoluta confianza, autorizándome en todo momento para proceder como a mi juicio mejor conviniera a los intereses del país. Pero lealmente reconozco, después de haber recogido con patriótica ansiedad las manifestaciones de la conciencia pública (algunas surgidas del propio partido que me honra con su dirección y Jefatura), que hoy una gran parte de la opinión española no participa de mi convicción…Ni debo ni quiero gobernar contra la opinión. No la comparto; pero ante ella me rindo. Y por eso pongo en manos de V.M. la dimisión del Gobierno que tengo la honra de presidir…

Esta dimisión tiene carácter irrevocable. Por eso no someto a V.M. la elección de dos políticas, sino que declaro resueltamente que hoy no puedo seguir asumiendo las responsabilidades del Gobierno de mi país.

Fuente: DUQUE DE MAURA Y MELCHOR FERNÁNDEZ ALMAGRO: Por qué cayó Alfonso XIII. Ediciones Ambos Mundos, segunda edición. Madrid, 1948, p. 292.


APÉNDICE 2

Editorial publicado en el "Diario Universal" por Álvaro de Figueroa, conde de Romanones, el 19 de agosto de 1914 y del que se extractan estos párrafos:

España, aunque se proclame otra cosa desde la Gaceta, está, por fatalidades económicas y geográficas, dentro de la órbita de atracción de la Triple inteligencia, Francia, Inglaterra y Rusia; asegurar lo contrario, es cerrar los ojos a la evidencia. España, además, no puede ser neutral, porque, llegado el momento decisivo, la obligarán a dejar de serlo…

Si triunfa el interés germánico, ¿se mostrará agradecido a nuestra neutralidad? Seguramente, no. La gratitud es una palabra que no tiene sentido cuando se trata del interés de las naciones…

Por el contrario, si fuese vencida Alemania, los vencedores nada tendrían que agradecernos; en la hora suprema no tuvimos para ellos ni una palabra de consuelo; nos limitamos tan sólo a proclamar nuestra neutralidad y entonces ellos, triunfantes, procederán a la variación del mapa de Europa como crean más adecuado a sus intereses…

La suerte está echada; no hay más remedio que jugarla; la neutralidad no es un remedio; por el contrario, hay neutralidades que matan."

Fuente: DUQUE DE MAURA Y MELCHOR FERNÁNDEZ ALMAGRO: Por qué cayó Alfonso XIII. Ediciones Ambos Mundos, segunda edición. Madrid,948, p. 1273.


APÉNDICE 3

Se pueden ver el alza de precios desde octubre de 1914: kilo de carne de carnero desde 1,60 a 2,40, de vaca desde 1,90 a 2,60, de ternera desde 2,10 a 3,00, de jamón desde 3,50 a 4,50, kilo de pescado, de sardinas desde 0,85 a 1,10, de merluza desde 1,88 a 2,00. La langosta, una pieza había subido desde 17 reales a un duro, el kilo de patatas, desde 16 céntimos a 22; y el ciento de huevos que se compraba el año anterior a 12 pesetas y media, ahora costaba 14 pesetas.

Fuente: ROMERO SALVADÓ, Francisco J.: Spain: and the First World War: Neutrality and Crisis, Queen Mary and Westfield College. 20 June 1994, pp. 49-50.


APÉNDICE 4

La pregunta sobre el impacto del gasto militar en la riqueza económica ha generado muchos estudios y bastante atención en las tres últimas décadas, con bastante controversia sobre la incidencia de este gasto, asociado con los índices de crecimiento más altos o más bajos.

Gran parte de la discusión de las políticas económicas de seguridad nacional y gasto militar llevan implícitas un modelo de defensa tipo "racional" o "neoclásico". Éste asume que el bienestar social es función del presupuesto civil y de una variable, la seguridad; y esta seguridad depende, entre otras cosas, del gasto militar.

El papel del estado, por tanto, sería hacer un balance entre el beneficio en bienestar de seguridad extra, derivada del gasto militar, con su oportunidad de coste en presupuesto civil perdido. Para evaluar esto de forma objetiva, hay que recurrir a un modelo matemático neoclásico.

El beneficio W puede expresarse en función de la seguridad S y del gasto que cuesta:

W= W (S, C)

A su vez, la seguridad S, es función del volumen del gasto militar M y de la peligrosidad del ambiente estratégico E:

S = S (M, E)

El presupuesto final Y, estará compuesto por gasto civil C y militar M:

Y= p C + q M

Donde "p" y "q", son los precios relativos respecto al presupuesto total.

Por lo tanto, nos queda la función:

W (S, C) = W [S (M, E), C (M)][u1]

Por último, todo lo que se requiere es maximizar el beneficio W, bienestar social agregado, con la restricción del presupuesto y con la función de seguridad S = S (M, E).

Fuente: elaboración propia.