LOS CAÑONES DE LA BAHÍA DE SAN JUAN DE LUZ (proyecto Urpeko Ondarea)

19.02.2024

Por David Alonso Vega

Artículo publicado en el número 180 de la revista Proa a la mar en 2021.

Este artículo, no tiene más intención que la de relatarles una historia que se dibuja a partir de horas de investigación, de lectura de legajos y mapas en los archivos, y de jornadas de campañas arqueológicas engullidos entre salitre y el repicar constante de aquellas palabras en nuestras cabezas susurradas por un anciano, que se repetían, « voy a revelarles un secreto »…

Pero antes de entrar en materia, quisiéramos presentarles el marco geográfico en el que se desarrolla nuestro proyecto Urpeko Ondarea que nace en el País Vasco Francés, en una pequeña bahía compartida por las poblaciones de San Juan de Luz y Ciburu.

Villas que evolucionaron al ritmo de la economía de la caza de la ballena, de la pesca de litoral y trasatlántica, del comercio y de la transformación de los bosques en navíos en sus astilleros. Nido de corsarios y testigo de conflictos armados intermitentes entre los reinos español y francés en la época moderna.

Estas villas, también vivieron la amenaza de ser devoradas por las olas, fruto de los temporales que durante siglos asolaron y destruyeron más de 150 edificaciones. Sufrieron tempestades que abrazaban a los barcos, lanzando sus restos a las playas en forma de metralla....Todo ello, ha modelado su paisaje y sembrado sus fondos de vestigios materiales, testigos de diferentes épocas.

Nuestra singladura, ve la luz en el seno de la asociación Itsas Begia, fundada en 1981 por antiguos pescadores, marineros y otras personas apasionadas por el mar y la navegación, con el fin de salvaguardar y transmitir, el patrimonio marítimo vasco local a través de diferentes ejes de actividad, como la navegación tradicional, el maquetismo, la colecta etnográfica y la investigación en los archivos y fondos documentales.

Hace algo más de un lustro, creamos la sección de arqueología subacuática con el fin de descubrir, localizar, documentar, proteger y poner en valor, nuestro rico patrimonio cultural subacuático, comenzando así, a elaborar la carta arqueológica submarina de la bahía que va enriqueciéndose progresivamente, albergando el fruto de nuestras investigaciones e intervenciones.

La carta arqueológica, dará una perspectiva global de la zona, siendo una herramienta esencial, para desarrollar un plan de protección y gestión de un patrimonio que no por el hecho de no ser visible, no existe y que además de ser frágil, sufre la amenaza antrópica y del medio natural en el que se encuentra.

Proyecto URPEKO ONDAREA

Es en el año 2018, cuando el proyecto Urpeko Ondarea toma un carácter transfronterizo, tras haber firmado un convenio entre "Itsas Begia" por parte francesa, y "La sociedad cultural de investigaciones submarinas INSUB" de San Sebastián, por parte española, e institucionalizado en el ayuntamiento de San Juan de Luz y bajo el beneplácito del DRASSM. (Departement de Recherches archeologiques subaquatiques et sous-marines). (1)

Nuestro objetivo es extender a toda la costa del País Vasco Francés y Guipúzcoa, los trabajos que comenzaron en la bahía de San Juan de Luz-Ciburu, con una puesta en común de los recursos humanos, técnicos y económicos de los estados español y francés, y con un equipo multidisciplinar y transfronterizo, codirigido por los responsables de las secciones arqueológicas de ambas asociaciones, María Intxaustegui y David Alonso.

Pero como pueden imaginar, antes de escrutar las profundidades en el marco de las campañas arqueológicas, son varios los meses de trabajo de todo un equipo que nos decidirán a elegir las zonas de intervención.

Son cuatro las fases de nuestro trabajo de investigación, en la primera, recopilamos la memoria oral (a partir de encuestas etnográficas) de antiguos pescadores, buceadores, marinos que tienen mucho que compartir, sobre elementos extraídos por azar, vendidos o expuestos y diseminados en colecciones particulares.

De forma paralela, realizamos un inventario de naufragios de nuestro litoral fruto de la investigación en los archivos de ambos estados. Estudiamos la cartografía, toponimia, iconografía y fuentes documentales que puedan proporcionarnos información. Cruzar los resultados de las tres fases, nos permite programar esa cuarta fase, que es la intervención.

Sucesivas campañas de prospecciones subacuáticas e identificación de Bienes Culturales Marítimos (BCM), han tenido lugar en la bahía de San Juan de Luz-Ciburu en 2017, 2018, 2019 y 2020, con diferentes resultados.

Los cañones de la bahía de San Juan de Luz

Pero la historia que nos acontece ahora, comienza en el año 2016, cuando Pantxoa Larreguy y Ramuntxo Ado, de entre 80 y 90 años, deciden compartir información con nosotros. Tras contactarles, ambos aceptaron gustosos ofrecernos una visita en nuestro local y frente a un mapa de la bahía, nos señalaban diferentes zonas de posible interés arqueológico.

Pantxoa Larreguy, buceador en la década de los 50, maquinista y buzo profesional a bordo de barcos de pesca en Dakar, acompañado de la frase, les voy a revelar secretos que nunca antes había compartido, nos mencionó varios hallazgos que había hecho en la bahía cuando practicaba pesca submarina, hace más de 20 años, entre ellos, una zona en la que vio varios cañones.

Fruto de ese intercambio, decidimos verificar las informaciones. Durante siete días en el mes de abril de 2017, y con el permiso administrativo del DRASSM, se llevó a cabo una primera campaña de prospecciones, en la que localizamos el cargamento de un naufragio de un bergantín inglés ocurrido en 1881, (eso será otra historia) y un ancla.

Tras una semana prospectando sin rastro de las piezas de artillería, durante la última inmersión del último día y con el sol poniéndose, trazamos un último rumbo a seguir, la falta de visibilidad y de luz, junto a la fuerte corriente de la zona, poco segura en la que buceábamos, hizo que mi compañero Thierry Darnis y yo, fuéramos unidos por un cabo.

Finalmente, frente a nosotros, varios cañones de aproximadamente 2 metros de largo, se mimetizaban en el fondo, todos con mucha concreción y totalmente tapizados de algas. Lanzamos la boya a superficie para que nuestros compañeros geolocalizaran el punto y poder avisar del hallazgo de las piezas de artillería; acabábamos de comprobar la veracidad del testimonio de Pantxoa.

Fig. 1.- Ramuntxo Ado, en la derecha de la imagen, con el equipo. Fotografía, Celia Asselin.
Fig. 1.- Ramuntxo Ado, en la derecha de la imagen, con el equipo. Fotografía, Celia Asselin.

Fue difícil tener que esperar hasta 2018 para obtener el permiso y estudiar este yacimiento. Las hipótesis fluían ¿Las piezas eran parte del armamento de un barco naufragado debido a una tormenta?, ¿Eran el resultado de uno de los muchos conflictos que han marcado la historia local?, ¿Fue una descarga de lastre para evitar tocar las rocas? ¿Fueron parte de una vieja batería de costa?

La descarga parecía poco probable dada la proximidad a la costa, tampoco encontramos evidencia de una batería en esta ubicación, aunque un mapa del siglo XVIII, muestra un proyecto que nunca se completó.

Un agrupamiento de cinco cañones

En abril de 2018 se organizó una campaña para documentar los cañones. Desafortunadamente, las condiciones meteorológicas y el mal estado del mar nos limitaron mucho en nuestra búsqueda.

Nuestro objetivo era realizar una prospección circular, con un radio de 20 m, utilizando un detector de metales alrededor de los cañones para tratar de localizar otros objetos asociados pero no hubo resultados. Tras finalizar le prospección, pasamos a posicionar mediante triangulación las piezas de artillería, y documentar los elementos visibles sin remoción de tierras.

Tras limpiar la superficie de cuatro cañones, pudimos apreciar su morfología, características y tipología, así como identificar los elementos ausentes y presentes. Esta documentación, dio lugar a mediciones, bocetos, fotos y videos así como la planimetría.

Fig. 2.- Situación de los cañones. Dibujo de David Alonso
Fig. 2.- Situación de los cañones. Dibujo de David Alonso

Se trata de un conjunto de cinco cañones de hierro que hemos denominado (C1, C2, C3, C4 y C5), dos son pedreros y los otros tres, cañones de avancarga de diferentes calibres. Su disposición y heterogeneidad nos plantea interrogantes, de hecho, los cañones C3 y C4 están dispuestos uno encima del otro y perfectamente alineados.

El cañón C2 tiene mucha concreción pero el aspecto de esta, permite considerar la presencia de elementos como la recámara o servidor, la horquilla y la rabiza.

Cañones de borda C1 y C2

Basándonos en las características morfológicasde las piezas, podemos ver que son dos cañones de borda de pequeño calibre, del tipo pedrero, ampliamente utilizados entre finales del siglo XV y el siglo XVIII, en nuestro caso, pensamos que son esmeriles. Están hechos de hierro fundido con muñones para colocarlos en una horquilla, con movimiento horizontal y vertical con una barra de puntería (rabiza) para dirigir el disparo en la dirección deseada, son cañones de retro carga, con una cámara abierta para alojar el cierre (servidor) con la pólvora.

Los pedreros eran cañones muy ligeros y además, la pólvora seca se podía almacenar en la santa bárbara del barco. La cantidad de pólvora necesaria, era de aproximadamente una onza por una libra de bola. Una vez cargada la recámara, se cerraba con una tapa de madera firmemente prensada con un mazo. La mala impermeabilización del sistema, daba lugar a una pérdida significativa de gases que reducía mucho la potencia de fuego.

Aunque se utilizaban también en tierra, en el mar eran armas anti-personal usadas a corta distancia para eliminar a los mandos, normalmente protegidos con coraza. Las balas o bolas eran de plomo, hierro, piedra o plomo con núcleo de hierro, municiones que se hacían con frecuencia a bordo de la nave.

Cañones C3, C4 y C5

Los cañones C3, C4 se superponen y están alineados verticalmente, su longitud es de 250 y 230 cm. respectivamente, son de diferentes calibres, de avancarga, con muñones; su avanzado estado de concreción, oculta cualquier signo de identificación y dificulta su estudio. Al C3 le falta el cascabel.

El Cañón C5,fue estudiado en el año 2019, mide 273 cm., se hunde en el sedimento, con un ángulo de unos 30º. Después de limpiar su superficie para poder documentarlo, pudimos observar su avanzado estado de corrosión y sus formas, y vimos algunos detalles que nos desafían. Tiene una brecha en el tubo a la altura de la luz de disparo y una deformación en forma de codo en el extremo del tubo de una longitud de 50 cm., desconocemos cómo se pudo producir tal deformación. Su avanzado estado de corrosión no muestra rastro de los muñones.

El número de piezas, su disposición, la tipología, el material de fabricación, la heterogeneidad del depósito y su ubicación, parecen vincular el sitio a un evento del siglo XVII, así que comenzamos a buscar hechos que nos pudieran revelar los archivos y que se hubieran producido en este sector geográfico.

     Fig. 3.- C1 y C2. Fotografía, Thierry Darnis
Fig. 3.- C1 y C2. Fotografía, Thierry Darnis
Fig.4.- C3 y C4. Fotografía, Thierry Darnis
Fig.4.- C3 y C4. Fotografía, Thierry Darnis

Posible contexto histórico (siglo XVII)

El contexto histórico, lo podemos situar en el marco de la guerra franco española (1635–1659) que finalizó con la Paz de los Pirineos. Por entrar en antecedentes, los ataques de los españoles a estos territorios en el sur de Francia fueron varios. Ya en 1635, el marqués de Valparaiso hizo una incursión en la zona que duró sólo unos días y el 9 de agosto, le envía un croquis de la bahía, al Conde Duque de Olivares. (2)

Fig. 5.- Dibujo de Tomás Alonso del croquis que envía el Marqués de Valparaiso
Fig. 5.- Dibujo de Tomás Alonso del croquis que envía el Marqués de Valparaiso

Pero fue en 1636, cuando tuvo lugar la acción más grave, los franceses habían empezado a construir los fuertes de Socoa y de Hendaya. Los tercios españoles ocuparon Urrugne/Urruña, Ciburu y San Juan de Luz y el fuerte de Socoa que estaba en construcción, llamándolo Fuerte de Castilla y continuando los trabajos. Fortificaron Santa Bárbara y la colina de Bordagain en los alrededores, controlando así, todos los accesos por mar y por tierra a la bahía, bloqueando el camino hacia Bayona.

Durante la búsqueda de documentación sobre la zona que nos pudiera ayudar en la interpretación de los cañones encontrados, dimos con la referencia del dissinio de las fortificaciones de Ciburo (croquis del fuerte de Ayanzo), este, iba acompañado de una carta y ambos documentos, se encuentran en el Archivo General de Simancas en la provincia de Valladolid, al igual que el croquis realizado en 1635. Con este motivo, Tomás Alonso, miembro del equipo, se desplazó al Archivo en busca de dichos documentos. (3)

Fig.6.- Tomás Alonso frente al Archivo de Simancas. Fotografía, David Alonso
Fig.6.- Tomás Alonso frente al Archivo de Simancas. Fotografía, David Alonso

Este dissinio, es un dibujo o croquis de las fortificaciones de Ciburu antes de ser abandonadas y destruidas por los tercios españoles en su retirada, datado el 19 de octubre de 1637 y enviado por Francisco María Carrafa y Gonzaga, Duque de Nochera y capitán general de Guipúzcoa y tierras de Labort, al entonces rey de España, Felipe IV.

La carta a la que me he referido, y otras que intercambió el duque con el monarca español, relataban la precaria situación que se estaba viviendo un año después de la ocupación de esta zona por el mal estado de las defensas y la falta de personal y material que tenían ante la presión de los franceses. Los Puestos ocupados por los españoles, eran Ciburu, Socoa y San Juan de Luz, y allí se habían trasladado armas y municiones de diferentes partes y presidios de nuestro país (había 74 piezas de artillería distribuidas entre las defensas).

En las cartas que envía el duque, es de la opinión de retirarse de los puestos ocupados, remite incluso el parecer de sus subordinados directos y todos vienen en la demolición del fuerte de Ayanzo.

Pero en el intercambio de cartas estudiadas, hay una del Duque que nos llamó especialmente la atención, en ella se menciona la retirada inminente de aquellos territorios y los siete cañones de hierro que ordena embarcar en un bajel del puerto de Socoa.

Fig. 7.- Los Alonso, David, Historiador y Arqueólogo Subacuático, líder del proyecto; Tomás, Coronel.
Fig. 7.- Los Alonso, David, Historiador y Arqueólogo Subacuático, líder del proyecto; Tomás, Coronel.

Cuando ya se habían cargado todas las piezas de bronce y de hierro, y por falta de medios de transporte, se había repartido entre la tropa bizcocho, bacalao y chacolí, para no dejarlo al enemigo,… hubo que cargar siete piezas de artillería de hierro que habían quedado, en un bajel grande de dos que había en el puerto de Zocoa y obligándose el dueño de sacarlo con los marineros. El sábado hizo tal temporal día y noche que no hubo lugar de poderlo sacar y así que fuera pegarle fuego y echarle a pique, que quedó hecho antes de que yo me retirase…

Conclusión

Conociendo los hechos acaecidos en 1637 en la bahía durante la ocupación de nuestros tercios en aquella zona, y su retirada, ante el empuje de las tropas francesas, la tipología y la localización de los cañones, bien podría tratarse de aquellas siete piezas de hierro que se cargaron a bordo de un bajel grande que no pudo salir de la bahía a causa del temporal y que ordenaron pegarle fuego y echarle a pique.

Cruzar la información obtenida a través de una encuesta etnográfica, la investigación en los archivos, y las intervenciones arqueológicas submarinas, nos ha permitido reconstruir cuatro siglos después, una posible hipótesis de una parte de nuestra historia que yace sumergida en el fondo de la bahía.

Notas:

  • (3) En el Contexto histórico ha colaborado Tomás Alonso, coronel de Caballería retirado

David Alonso Vega es Licenciado en Historia por la Universidad de Valladolid y Arqueólogo Subacuático. Responsable de la sección de arqueología subacuática de Itsas Begia desde 2015 y de la parte francesa del proyecto transfronterizo Urpeko Ondarea desde 2018.